Hola amigos.
Mi buen amigo Alfonso Serrano, vecino de la urbanización donde vivo ha vendido su casa. Después de muchos años de magnífica relación vecinal, este amigo y compañero de caminatas con charla, como él las llama, ha decidido cambiar su rumbo vital. Las ansias de vivir intensamente, el deseo de viajar largas temporadas con su amada esposa y disfrutar sin ataduras le han hecho levar anclas y emprender un nuevo viaje. Lo voy a echar de menos de verdad, pero comprendo su decisión y le deseo la mejor de las suertes.
Como regalo de despedida, además de unas magníficas macetas de barro me sorprendió con un regalo muy especial. En su jardín tenía un magnífico olivo picual, de unos quince años y alrededor de 3,5 mts de altura, que causaba admiración. Sabedor de mi afición por los bonsais, en una de nuestras habituales caminatas me lo ofreció para hacer un Yamadori de olivo. Era la primera vez que lo hacía y aunque no es la mejor época para extraer árboles de la naturaleza y pasarlos a una maceta, no tenía elección. Tenía que ser ahora o nunca...
Sin dudarlo, concreté hora con Angel, amigo y jardinero de confianza desde hace años para que nos ayudara a sacarlo y nos pusimos manos a la obra.
Así era el olivo antes de sacarlo...
Detalle de la base...
Ángel empezó a cortar...
En un primer momento, el corte nos quedó muy alto, por lo que decidimos volver a cortar por un punto más bajo. Alfonso sujeta el tronco mientras Ángel corta...
Tras este corte recuperamos un tocón enorme, que decidí aprovechar...
El olivo estaba fuertemente agarrado y tras un duro forcejeo y a la vez cuidadoso trabajo para no dañar las raíces por parte de Ángel , conseguimos sacarlo.
Angel y Alfonso lo muestran orgullosos...
El trabajo bruto estaba hecho, ahora faltaba el trabajo delicado y meticuloso. Comprobé que tenía buenas raíces y corté las más gruesas tras comprobar que no tenían ramificación fina y tras una concienzuda limpieza con agua a presión, procedimos a transplantarlo. Una vez más, mi mezcla habitual de picón, tierra vegetal y turba (40-40-20) y a la maceta. No tenía hormonas de enraizamiento, no las consigo, pero confío en que pegue. Ahora unas semanitas a la sombra, agua y a enraizar. A ver si hay suerte...
Así quedó el tocón...
Y así el Yamadori de olivo... El ángulo de plantado no es el más apropiado, pero es que no podía girarlo en la maceta sin seguir recortando raíces. Lo corregiré en un futuro. Si pega lo dejaré un par de años en esta maceta...
De momento no es más que un palo gordo y recto con raíces potentes. No sé si se convertirá algún día en un bonsai, pero si que fué una mañana especial, en compañía de dos amigos que no olvidaré. Si el bonsai es felicidad, nada mejor que la felicidad compartida.
Muchas gracias a los dos.
Un abrazo