Un error habitual entre los novatos del bonsái, especialmente al principio de nuestra afición, consiste en acumular y acumular árboles, plantones, esquejes, prebonsáis y bonsáis como si no hubiera un mañana y yo, lógicamente no iba a ser menos. Hubo un momento en que en mi jardín tenía alrededor de cien arbolitos - palos en su mayoría - a los que dedicaba mucho tiempo y ninguno estaba atendido como se merecía.
Fué en la primera visita de Salva cuando definitivamente comprendí que iba por el camino equivocado. Tener buenos árboles requiere de tiempo, esfuerzo y dedicación. Lo ideal es revisarlos a diario, para ver si tienen falta de agua o si les ha entrado alguna plaga, pero si por falta de tiempo nos dedicamos solamente a regar cada dos o tres días, de forma rápida y sin apenas prestarles atención es cuando nuestros proyectos se estancan y empiezan a aparecer los problemas. Cada especie tiene su calendario y sus cuidados son diferentes. Hay que regar, abonar cuando toque, fumigar, alambrar, desalambrar, podar, trasplantar cada dos o tres años y para todo esto disponemos de un tiempo determinado a repartir entre todos nuestros proyectos.
El tiempo que dedicamos a proyectos que no van a ninguna parte se lo quitamos a aquellos que tienen ciertas posibilidades de convertirse en proyectos interesantes de futuro. Eso sin contar el dinero que gastamos en macetas, abono, sustratos, alambres... y las frustraciones que nos genera la muerte de nuestros bonsáis ó en el mejor de los casos, comprobar que no evolucionan o avanzan como deberían. No debemos tener ni un sólo árbol más de los que podamos atender en condiciones...
El caso es que siguiendo los consejos de Salva, me propuse reducir drásticamente mi colección y ya en una primera fase, durante el pasado verano, regalé varios ejemplares. Concretamente varias Sabinas canarias, Acebuches, Lentiscos, un Podocarpo, un Tejo, una Operculicaria, una Serissa y algunos más que ahora no recuerdo y que repartí entre algunos amigos y compañeros de afición, quedándome con alrededor de treinta árboles, pero aún así, seguían siendo muchos.
En una segunda fase y como estrategia a seguir en el futuro me planteé deshacerme de dos árboles por cada uno nuevo que fuese a comprar y como las pasadas Navidades tenía un Gynkgo biloba y un Nejikan en camino, decidí poner a la venta varios de mis arbolitos. Concretamente elegí cuatro de tamaño Shohin, de mayor calidad que los primeros y que había comprado a través de internet. Llevaban entre tres y cinco años conmigo y les tenía mucho cariño pues los había trabajado y encaminado durante algunos años, pero tenía que elegir y elegí a éstos...
El primero de ellos fué este bonito shohin de Cotoneaster horizontalis....
El primero de ellos fué este bonito shohin de Cotoneaster horizontalis....
En segundo lugar esta pequeña Higuera...
En tercer lugar esta Metasequoia...
Y por último esta pequeña Pyracantha...
P.D. Con la venta de estos árboles no gané ningún dinero, al contrario, los vendí por debajo de lo que me costaron en su día, pero he conseguido dos objetivos: reducir mi colección mejorando la calidad de la misma con los nuevos inquilinos y sumar nuevos aficionados a este mundo del Bonsái.
Saludos